Miraba la carta de postres cuando le rogué al camarero una ensalada de pollo y una pizza, era mi última noche en Asturias.
Eso es mucha comida, es demasiado…es una barbaridad……contestó aquel joven sorprendido.
¿No habrá notado por mi acento que soy forastero y no tengo por qué saber cómo se las gastan en este restaurante?, me quejé para mis adentros.
Pero cedí de inmediato: Está bien, traiga sólo la pizza.
Para salir vivo de las carreteras asturianas hay que ser humilde porque, si no, se corre el riesgo de reventar en cualquiera de sus múltiples subidas.
Debo decir que tendré que volver pues, a parte de cuatro kilos, me dejé varios puertos en el tintero.
Del resto os pongo unas fotos:
La Cobertoria.
Gamoniteiru.
Bermiego.
La Colladona
