Es una carrera de 2.750 Km y 66.000 metros de desnivel a través de los Pirineos, en la que no hay ningún tipo de asistencia, con un tiempo máximo para completarla de 11 días y 12 horas.
La ruta comienza en Bagneres Bigorre y se abre paso hacia el Mediterráneo (cruzando puertos como el Col de la Core y el Paileres), volver al punto de partida (subiendo, entre otros, los principales puertos de Andorra), entrar en España (previa escalada del Tourmalet, Aubisque y Portalet), ir hasta el Hendaya (destacando los puertos del Issarbe y Bagarui) y finalizar de nuevo en Bagneres Bigorre (destacando en esta parte del recorrido los puertos de Larrau, Portet, Lac Aumar y Tourmalet). En total contabilicé más de 70 puertos.
De los tres corredores que comenzamos el reto solo yo pude acabar, invirtiendo un tiempo de 11 días y 5 horas.
Comandante: ¿Qué clase de fuga tenían en proyecto?
Capitán Hilts: Deslizarnos de noche hasta un punto que descubrí cerca del
alambre. Un punto muerto. Excavar un pozo de un metro. Sacar la tierra.
Esparcirla para que no forme montón y luego fuera (…) Avanzaremos horadando la
tierra como un par de topos. En cuanto hayamos cruzado la alambrada y el
espacio abierto entraremos en el bosque y adiós. (De la película La
Gran Evasión).
En la línea de salida me dije: prohibido reventar, esa es la clave de este
proyecto.
Si fuerzas hasta rebasar el límite, si avanzas hasta no poder más y caer
agotado, ¿Cómo vas a recuperar estando el terreno plagado de puertos?.
Es un reto diferente, pensé, y en una prueba de estas características si te
pasas de rosca o enfermas estás fuera. No hay margen de error, ¡es imposible
sanar las heridas en las rampas pirenaicas!
Y planeé pasar la primera noche durmiendo placidamente en un hotel pero no
hallé nada abierto en una Francia deprimida e inhóspita y tocó zafarrancho de
combate.
Me adapté bien a ese nuevo plan y el mañana dejó de importar mientras
desafiaba con éxito al gélido Paileres y el peligroso descenso del Col de la
Llose.
Al Mediterráneo (km 482) llego cansado, tras 27 horas de esfuerzo, pero son
solo las once de la mañana y debo continuar aprovechando las horas de
luz.
En los repechos de Cataluña me pregunto si no habré gastado ya toda mi
artillería a las primeras de cambio y me invade cierto pesimismo, ¿estaré
condenado a tener que retirarme en un par de días víctima del agotamiento?.
Pero me consuelo porque, al menos, he realizado una gran etapa pirenaica,
compulsiva, arriesgada, sin mirar más allá del próximo kilómetro, al más puro
estilo de Luis Ocaña.
Periodista: Ocaña, ¿cómo quieres te recuerden?
Luis Ocaña: Ocaña atacando, Ocaña dando la cara.
Los puertos se suceden ya desde el comienzo de la prueba. La primera foto, del llevadero Col de las Palomeres.
La rapidez fue su error. Si no hubiese tenido tanta prisa no se habría
disparado en el pie la primera vez. Escucha hijo. Tener puntería y ser
rápido con un arma tiene sus ventajas pero no sirve de nada comparado con el
que es frío. (de la película Sin perdón).
Pasan las seis de la tarde y me dispongo a subir el Col de Ares como broche de oro a una gran jornada de más de 35 horas.
Mi idea es, una vez superado el collado, dejarme caer hasta Ripoll y buscar allí un hotel.
Pero comienza a llover a mitad del puerto. Una lluvia fina y constante que me deja empapado antes de enfilar el descenso.
En la cima hace frío y arrecia la lluvia, las ruedas me escupen el agua del asfalto y comienzo a tiritar a las primeras de cambio porque ya no estamos en verano.
Entro, presa del frío, tiritando y nervioso, desecho, en el primer pueblo que veo en busca de algún tipo de alojamiento. Me topo con un hostal cerrado a cal y canto pero, finalmente, en un gran golpe de suerte, encuentro un albergue y allí me acomodo (Km 650, 12.000 metros de desnivel).
Consigo asearme un poco pero no tengo nada que cenar y me acuesto el estómago vacío. Tampoco habrá desayuno.
En el fondo aquella cura de humildad me vino bien, fue un buen aviso, ¿Y si me pilla ese agua de noche?
Desnudo, no tengo ropa seca, bajo mi manta térmica y otras dos gruesas que encontré en el albergue, reflexiono sobre mi fragilidad y mis propios límites y decido ser cauto: me concedo dos días para llegar a Ax Les Thermes (Km 1.015, 22.000 metros de desnivel).
Finiquitado el periplo andorrano encuentro un buen hotel en Ax Les Thermes (Km 1.015, 22.000 metros de desnivel) y consigo sacarle a la recepcionista una macedonia de frutas y un par de plátanos para el desayuno.
Los días de asueto se han acabado y debo reemprender la marcha de noche con el objetivo de llegar a Jaca (Km 1.635, 35.000 metros de desnivel) al día siguiente, antes de que comience el sexto día.
Es alentador saber que allí, llegue a la hora que llegue, me esperan cena y cama en casa de mis amigos Juanma y Laura. Pero antes debo recorrer más de 600 Km y salvar 13.000 metros de desnivel.
A mitad de camino, la ruta pasa por el punto de partida donde tengo el coche y podré aprovechar para echar una cabezada, cambiarme de ropa y asearme lo imprescindible con una pastilla de jabón.
Es un consuelo y me tranquiliza.
Afronto con optimismo y fuerza los nueve puertos que me separan del coche, donde llego pasadas las doce de la noche tras haber escalado bajo la luna el Col de Azet y el Aspín.
Me lavo un poco y malduermo en el asiento delantero unas tres horas antes de proseguir el camino.
Coronado el primer paso por el Tourmalet vuelvo a Bagneres Bigorre dando por zanjado el primer bucle de la prueba (Km 1.438 y 32.000 metros de desnivel) en 5 días y tres horas.
Tengo un buen colchón de tiempo pero no me entretengo y parto hacia Jaca.
El recorrido, entre Bagneres y el inicio del Aubisque, resultó terrorífico. Un terreno plagado de repechos con rampas muy exigentes y en una región deshabitada donde no encontré nada que llevarme a la boca.
El Aubisque se me atraganta, voy vacío, y paro al poco de comenzar el Portalet en un restaurante para comer una ensalada. Fue lo único que vi abierto en más de cien kilómetros.
En el puerto se me hace de noche y mi país me recibe con una suave lluvia que enlentece el descenso y desborda mi paciencia.
Pese a ello, consigo mi objetivo y llego a Jaca poco antes de la una de la mañana, tras cubrir los 600 Km y 13.000 metros de desnivel en unas 45 horas.
Allí, ceno como un general y duermo bien hasta las ocho de la mañana. No hay prisa por salir porque dan lluvias por la mañana y no quiero enfrentarme a ellas.
El caso es que continúo atesorando más de un día de margen con respecto al límite horario.
Hace una mañana magnífica y ruedo por casa: El Puerto del Somport, y los Cols de Labays, Issarbe y Bagargui, son lugares que conozco como la palma de mi mano y los disfruto. Parece un día normal, un sábado cualquiera.
Al primer paso por Saint Jean Pied de Port (Km 1.835 y 39.000 metros de desnivel) llego sobre las nueve de la noche tras el lento descenso nocturno del Col de Ahusquy.
Busco hotel pero los dos que encuentro abiertos están completos. El recepcionista del último de ellos me dirige a una calle donde se alquilan habitaciones.
Caigo en la cuenta de que al tipo solo le ha faltado darme una patada en el culo para despacharme de su recepción y cuando no encuentro lo que me dice observo que si sigo las instrucciones de un gilipollas irremediablemente acabaré haciendo el gilipollas.
Desisto de la idea de encontrar un lugar para dormir y busco sitio para cenar. Pero, entonces, me topo con la intransigencia y los rígidos horarios de los hosteleros franceses. Solo al final, en el último sitio, consigo que me hagan un sándwich y una hamburguesa, que remato con dos postres.
Al menos, me consuelo, la ruta se dirige hacia el Atlántico sin puertos y por buenas carreteras pero al mirar la meteofrance veo que está lloviendo en el trayecto por lo que decido descansar en una parada de autobús, justo al pie de la carretera. Tiro de manta térmica aunque, con el ruido de los coches y la incomodidad del cemento, apenas puedo conciliar el sueño.
Tras este parón, reviso el pronóstico meteorológico y observo con alegría que las lluvias han cesado. Arranco a toda velocidad pero solo aguanto cuarenta kilómetros porque no tengo ya la cabeza para grandes cabalgadas nocturnas.
Me detengo unas dos horas en otra parada de autobús y sigo hacia la costa (Km 1.890) donde arribo a las seis y media de la mañana.
Como algo en una panadería y marcho, otra vez, hacia Saint Jean Pied de Port. Tan solo me separan de allí 100 kilómetros y considero que me costará llegar cinco horas.
Pero el camino es una sucesión de cuestas imposibles, algunas con más del 20% de pendiente, y avanzo tortuosamente entre blasfemias y juramentos, ¿qué clase de persona puede diseñar un recorrido así?.
El reto parece ahora una locura sobrehumana e inabordable pero, en un alarde de la legendaria cabezonería aragonesa, respondo a aquel órdago desmontándome de la bicicleta y pasando las subidas más empinadas andando.
¡No podrás conmigo! Exclamo airado mientras escupo sobre el asfalto.
Al final, entre la dureza del recorrido, sestear en un prado al calor del sol, comer en un restaurante y buscar un hotel para la noche, cubrir aquellos cien kilómetros me llevará cerca de diez horas.
Y por más que en Saint Jean Pied de Port comenzase un encadenado de puertos demoledor (Arnosteguy, Artaburu y Burdinkurutzeta) celebro mi llegada a aquel lugar, ¡se acabaron las sorpresas!
Roto, y sabiendo de la crueldad del recorrido, decido burlarme del Arnosteguy haciendo andando su kilómetro más duro (14% de pendiente media).
Agradezco la visita del organizador en la cima de este puerto porque estaba mentalmente agotado tras haber pasado una noche al raso y concatenar una serie de reveses.
Paso muy bien el Artaburu y corono Burdinkurutzeta-Bagargui de noche, donde el húmedo descenso hace patinar mi rueda trasera y me exige concentrarme al cien por cien.
A Larrau (Km 2.100 y 46.000 metros de desnivel) llego sobre las diez de la noche mientras los trabajadores del hotel apuran el cigarrillo de después de la cena.
Tras una jornada temible por los imprevistos decido descansar bien y levantarme a la hora en la que dan los desayunos.
Y puedo decirles que no comí nunca mejor desayuno que el que me sirvieron en el hotel Etchemaité de Larrau.
Además Butch, ¿cuántas peleas más crees que podrás aguantar?, no existe el gran día para los boxeadores veteranos (….). La noche del combate es posible que sientas una ligera punzada. Será el orgullo que intenta joderte. A la mierda el orgullo. El orgullo solo hace daño. No te ayuda jamás. Lucha contra esa mierda. (De la película Pulp Fiction).
Bien dormido y alimentado salgo de Larrau decidido a llegar hasta Bagneres Bigorre en un tazado de 300 Km y 6.000 metros de desnivel dejando el reto visto para sentencia.
Quiero protagonizar una gran exhibición, a la altura del reto, y afronto con optimismo y brío el Puerto de Larrau y la Piedra de San Martín (por Saint Engrace, su vertiente más dura) pero en el modesto Col de Ichere comienza a llover con cierta intensidad.
La lluvia prosigue superado el Marie Blanc y en Laruns (Km 2.236 y 51.000 metros de desnivel) paro a comprar ropa seca y un arsenal de barritas.
Estoy nervioso, y una tormenta de pensamientos contradictorios sacude mi cabeza mientras sorbo un café tratando de mantener la calma.
Me preocupa la idea que si paro allí a dormir, evitando la lluvia, habré dilapidado mi margen de tiempo y tal vez todo se haya ido a la mierda con una etapa tan corta, pero también que no tiene sentido arriesgar bajo la lluvia en el Aubisque, ¿y si mi final es una hipotermia o una caída?.
Finalmente, decido parar a dormir allí y dar por cerrado un pésimo día.
Sí, mañana estaré descansado y con ropa seca nada podrá detenerme.
Un tipo capaz de tirarse 24 horas a base de café, tabaco y un bocadillo de calamares no está bien (…). Nunca has entendido lo que era la vida Piojo. Y hay que cambiar. Porque la vida, Piojo, está llena de cosas buenas. Hay culitos muy redondos y coches con mucha marcha (…).Voy a darte un consejo de amigo, de buen amigo, no te compliques la vida. Cuando uno se complica la vida acaba no siendo feliz y cuando uno no es feliz nunca vuelve a tener suerte. (De la película El Crack).
Madrugo y comienzo de noche porque mi plan pasa ahora por encadenar el
Aubisque, Aspin, Portet, Lac Aumar, Cap de Long y Val Louron de una tirada, y
resarcirme del día anterior.
Corono el Aubisque poco antes del amanecer dejando la tibia luz de la luna unas imágenes imborrables. Luce hermoso el Puerto aunque el descenso resulta frío y descorazonador.
Pero las fuerzas me fallan en la ascensión a Lac Aumar y Cap de Long, tras más de doscientos kilómetros desde el comienzo del día, y decido posponer la Val Louron para el día siguiente.
No tengo fuerzas para hacerlo de noche y voy bien de tiempo, ¿para qué arriesgar?
Duermo en Saint Lary (Km 2.450 y 57.000 metros de desnivel) y divido los últimos 300 Km días en dos cómodas etapas que, salvo en la bajada de la Val Louron, disfruté en todo momento.
Y así, con tranquilidad y todo a mi favor, habiendo dosificado muy bien mis fuerzas llego a la meta con unas horas de margen.
Joder Samuel, eres un animal!!me he quedado flipado cuando te he visto en el Heraldo. Mucha fuerza mental hace falta para completar semejante gesta. Suerte con tus nuevos desafíos. Un abrazo. (soy Santi, amigo del instituto)
ResponderEliminar¡Qué ilusión Santi!Sí, en estos retos la resistencia mental y la paciencia son fundamentales para aguantar y salir airoso. Igual que en aquellos test de Cúper que nos hacía Sarín después de las fiestas del Pilar...una soporífera clase de Lengua con "El Lobo"...o como cuando nos jugábamos unas pesetas al futbolín con poco dinero en el bolsillo y muchas ganas de beber cerveza...Buenos recuerdos. Un abrazo Santi.
EliminarSoberbio, vaya un titán, me has dejado sin palabras. Enhorabuena, un reto para recordar toda la vida
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Sí, estos retos son los que dejan poso y te vienen a la cabeza de vez en cuando. Un saludo.
EliminarSacas al ciclismo del corsé de la marca y la medalla, devolviéndolo a la vida. Buenísimos los insertos. Descansa, crack!
ResponderEliminarSí, el ciclismo es un gran deporte y, en los últimos años, y según mi forma de entenderlo, mal representado e interpretado por el ciclismo profesional, que es su parte más visible.
EliminarBuf, se me están agotando los preámbulos cinéfilos...
Enhorabuena Samuel¡ muchas gracias por la humildad con la que nos cuentas algo casi imposible para casi todos.
EliminarUn saludo
Interesante. Desarróllalo y lo saco como desvarío filosófico... Me extraña que aún no haya aparecido El tulipán negro, u Ocho sentencias de muerte🤔😅
ResponderEliminarIncreíble Samuel...al igual que Santi yo tb me he quedado a cuadros cuando vi las entrevistas en el periódico . Vaya salvajada de reto te has marcado figura, enhorabuena y sobre todo mi alegría por verte así de bien. Un abrazo ( yo soy Gonzalo, ese otro colega del instituto...que tan poco lo pisaba )
ResponderEliminar¡Qué alegría Gonzalo! Sí, fue un buen reto aunque más sencillo que rascar un empate aquel año que penamos en la liga de fútbol sala...claro que tampoco fuimos a entrenar ya desde el primer día...¡Un abrazo!
ResponderEliminarEnhorabuena por el reto cumplido. Hay que ser muy duro para no venirse abajo en esos momentos de dudas y fátiga.
ResponderEliminarSi quieres algo diferente tienes la Transibérica para el año que viene jefe.
Gracias. La transiberica es una gran prueba pero ya veremos la fecha para el 2022. Si recupera las fechas de septiembre, como en las primeras ediciones, a lo mejor me animo pero si se vuelve a hacer a mediados de agosto será imposible. Un saludo.
EliminarMenudo reto Samuel, lleno de momentos increíblemente buenos y pasándolas canutas. Una gran fortaleza mental para superar tanto desnivel y malos momentos. Mi más sincera enhorabuena Samuel. 👏👏👏👏👏👏
ResponderEliminarMuchas gracias. Fue clave tener un buen margen de tiempo desde el principio. Sin ese colchón de tiempo los momentos malos hubiesen sido insuperables pero con paciencia y tranquilidad es más fácil. Un saludo y a ver si algùn año de estos puedo estirar las vacaciones y visitar Galicia, que le tengo ganas a la brevet de 1000 y, sobre todo, a la SR.
ResponderEliminarPrimero mi mas sincera enhorabuena por conseguir tus descomunales objetivos. Podrías poner consejos para la larga distancia para los iniciados: que comes en la bici, tipo de zapatillas (carbono, fibra..), foco que empleas... así nos aprovechamos de tu enorme experiencia. Gracias y mi admiración!!
ResponderEliminarGracias por las felicitaciones. Sobre los consejos...
EliminarRealmente, creo que el único consejo válido es que vayas poco a poco (por ejemplo no hagas una noche completa solo hasta haber realizado una en compañía) y aprendiendo sobre la marcha. Empieza por un 300 Km y no tengas prisa en hacer pruebas de 2.000 Km. Ves haciendo y ya irás viendo lo que la gente lleva y valorando cómo funcionan las cosas y, sobre todo, si te sirven a ti. Más importante es ver cómo aguanta tu cuerpo (las manos, los pies, el culo, el cuello, etc). Lo que vale para uno puede no valer para otro y, más aún, lo que vale para una prueba puede no valer para otra...Hay muchos condicionantes personales (capacidad física, aguante mental, preparación, experiencia...) y ambientales (climatología, desnivel, acceso a hoteles y restaurantes, comercios, el estado del asfalto...) como para hablar de recetas...Y eso sin contar las manías...
Yo, por ejemplo, soy de los pocos que lleva mochila a la espalda...en vez de una abultada bolsa detrás del sillín.
No obstante, concretando sobre tus cuestiones:
Sobre las zapatillas, en esta, llevé unas zapatillas de BTT (no sé si carbono o fibra...) porque usé la bicicleta gravel, más pesada pero con la rueda más ancha para hacer los descensos nocturnos con mayor seguridad y comodidad....y porque mi bicicleta de carretera está hecha polvo...
En cuanto a la comida...lo cierto es que como lo que puedo (en Francia, como no sé francés, cuando tengo que parar en un restaurante pido "al tun tun" sin saber lo que me van a traer). Si paro en una panadería y solo hay pan, pues como pan solo...Eso sí, unas barritas siempre vienen bien porque te pueden salvar de un aprieto.
El foco, uno a pilas que me dura unas doces horas. Llevo otro igual de repuesto por si acaso.
En general, yo tiro de cosas sencillas siguiendo la máxima de que "cuantas más cosas lleves y más complejas sean más cosas te podrán fallar".
Un saludo y si tienes alguna cuestión más concreta no dudes en preguntar (me puedes mandar un mail).
Leo tu crónica y pienso en algo inalcanzable, imposible para mí. Creo que ni en mis mejores tiempos.
ResponderEliminarPrimera noche en el albergue, ¿y no se secó la ropa en toda la noche? Salgo yo temprano (eso sí, de día, jeje) con la ropa mojada y me muero de frío. Es alucinante tu fortaleza.
Siete puertos andorranos en un día... Y llamaban extraterrestre a Indurain... El ruido de los coches y la incomodidad del cemento, joer, lo ves en una película y piensas que eso solo pasa en el cine.
A tomar por saco Arnosteguy... Hiciste bien. Que le den...
Daría lo que fuera por ver la cara de los trabajadores del hotel de Larrau cuando te vieron llegar...
A dejar pasar la noche... Admirable tu fortaleza.
En Laruns llenaste la cartuchera de munición...
Y un final a la altura de tu pundonor.
¡¡¡ Enhorabuena !!!
Como siempre un placer leer tus comentarios. Lo del Arnosteguy fue una jugada maestra de veterano jeje. Sí, la cara de los trabajadores del hotel de Larrau fue un poema y más cuando les pedí si me podían preparar, literalmente, cualquier cosa para cenar pese a avisarme que la cocina ya estaba cerrada. Mi cara también sería curiosa porque se apiadaron de mí y echaron media hora extra para darme de cenar. Un abrazo!
ResponderEliminar