jueves, 10 de julio de 2014

Crónica de la SR Pirineos, 600 Km y 15.000 metros de desnivel.

Al Real Zaragoza, un equipo en construcción y caracterizado por su irregularidad, le tocó en suertes el temible Borussia de Dortmund.

El equipo alemán, uno de los favoritos de aquella edición de la Copa de la UEFA (92-93), poco margen dejaba para la esperanza.

Era un duelo desigual pero, según recuerdo, los primeros minutos del partido de ida, jugado en Alemania, el equipo aragonés aguantó bien y, antes de ceder ante el empuje alemán, tuvo momentos brillantes.

Darío Franco, de un cabezazo, puso algo de emoción para el partido de vuelta y el Zaragoza salió con vida de Dortmund (3-1).

En el partido de vuelta la ilusión duró hasta que Chapuisat se aprovechó de un error garrafal de la defensa para poner el empate a uno en el marcador. La remontada quedó como algo imposible aunque en el último minuto el Zaragoza puso el 2-1 y, al menos, pudo ganar el partido.

El periplo europeo se acabó en octavos de final pero el Real Zaragoza dio la cara ante uno de los equipos más fuertes del continente y, con la perspectiva que da el tiempo, la eliminatoria quedó no como un final sino como el comienzo del algo nuevo.

El recorrido de la prueba es el siguiente (en negrita los puertos):

Argeles Gazost- Tourmalet- Sarrat de Gaye- Harquet Ancizan- Col de Azet- Peyresourde- Bagneres Luchon- Portillon- Vielha- Bonaigua- Peramea- Montcortés- La Creu de Perves- El Pont de Suert- Bonansa- Laguarrés- Benabarre- Graus- Panillo- Troncedo- Los Molinos- Fanlo- Cotefablo- Biescas- Portalet- Aubisque- Argeles Gazost.

El tiempo máximo para realizar el recorrido (610 Km) son 60 horas . A mí me costó, y tras parar a dormir dos veces, 54 horas. Salí el sábado a las 5 de la mañana y llegué el lunes a las 11.

Mi amigo Jon, compañero de ruta durante los primeros 380 Km, no sólo completó la prueba del tirón (en unas 37 horas) sino que, además, una vez en Argeles subió el puerto de Hautacam superando así los 16.000 metros de desnivel y rozando los 650 Km sin parar a dormir. Lo que hizo no saldrá en El Marca pero es una auténtica proeza.

Sólo hice fotografías en la cima de los puertos y en los lugares exigidos por la organización para acreditar la realización de la prueba, así que estas no reflejan las bondades del recorrido.

Capítulo 1. No te preocupes, estarás en casa a la hora de comer.

Como tarde, en el peor de los casos, le dije a Jon (sabiendo que él acabaría antes que yo) llegaré el domingo por la noche así que el lunes a primera hora podremos volver a casa, eso dalo por hecho.

Habíamos dejado su coche en Biescas (con comida y preparado para poder dormir) y el mío quedó, junto con el de otro compañero que finalmente no pudo ser de la partida y se fue el sábado por la mañana, en Argeles.

Y los primeros puertos se hicieron según lo previsto, paz y tranquilidad en una espléndida mañana de verano donde el aire dejaba, en la nariz, en el paladar, el agradable aroma de la libertad.

Habíamos comenzado una magnífica aventura y todo era igual que en mis sueños, igual que en mis planes.

Son esos momentos que hacen que todos los esfuerzos, y aún desconociendo el final, ya hayan merecido la pena.


Salida


Tourmalet


Sarrat de Gaye. Puerto desconocido pero muy recomendable, me gustó mucho.


Harquet Ancizan.


Azet- Val Louron.

Jon en las últimas rampas del Peyresourde












Capítulo 2. Agua.

En la parte final de la Bonaigua (Km 190, y sobre los 6.800 metros de desnivel) me di cuenta de que el primer descanso del día (en Vielha, Km 166) no me había servido de nada.

Y algo no iba bien porque los siguientes 60 kilómetros, en descenso, fueron como una pesadilla. Por más que bebiese no podía saciar mi sed, ¡agua!, sólo podía pensar en eso y, a la desesperada, exprimía el botellín en busca de un alivio que nunca llegaba.

La belleza de la ascensión a Montcortés fue una agradable sorpresa y a ritmo lento disfruté de este puerto pero la Creu de Perves se me hizo eterna y, para continuar, me tuve que aferrar al siguiente descanso, ya quedaba poco para una nueva tregua.

Portillón



Bonaigua


































Peramea


Creu de Perves













Capítulo 3. Cambio de planes.

En el Pont de Suert (Km 300 y sobre los 9.000 metros de desnivel) donde habíamos quedado con mis padres para que nos diesen la ropa de abrigo y llenar el estómago antes de afrontar la noche me di cuenta de que, tarde o temprano, tendría que parar a dormir, a descansar.

Así pues me marqué el objetivo de acompañar a Jon la mayor distancia posible por tierras aragonesas.

Me hubiese gustado llegar hasta Escalona (Km 440) pero en Graus (Km 380 y sobre los 10.500 metros de desnivel) decidí buscar un hotel.

Eran las cinco y media de la mañana y encontrar una habitación tuvo momentos de máximo suspense, esto fue también parte de la aventura.

Bonansa



Laguarrés


Capítulo 4. La gran ilusión.

Tras dos horas y media durmiendo me levanté como nuevo.

Bajé al bar, desayuné, estaba radiante, confiado, optimista, ¡esto es vida! mascullé mientras me bebía un zumo de naranja natural.

Llamé a mis padres y les cité allí para devolverles la ropa de abrigo, y las pilas de repuesto de las luces, y mi segunda linterna, joder, saliendo de Graus a las diez, quedando 220 Km y conociendo cada recodo del camino ¿cómo coño no voy a llegar de día a Argeles?.

En Escalona (Km 443) tuve que parar a comer. Sólo había recorrido 60 kilómetros desde el desayuno pero ya estaba hambriento.

Cuando me levanté de la mesa me di cuenta de la tremenda equivocación que había cometido. En más de cuatro horas tan sólo había recorrido sesenta kilómetros y, entonces,  ¿dónde está ahora todo lo necesario para afrontar una segunda noche?.


En Broto (Km 481) compré unas pilas de repuesto para el foco  y unos periódicos que utilizaría como abrigo. Eso, y encogerme de hombros, fue todo lo que pude hacer para enmendar mi error.

Troncedo



San Lorién


La Tella


Gavín.

Capítulo 5. Sin poderlo controlar.

En Biescas (Km 506, 12.600 metros de desnivel) apenas paré.

Comencé una batalla contra el reloj pero fue una pelea desigual y no tuve opción.

Me encontraba bien, no estaba fundido, no hubo juramentos ni ningún estoy hasta los huevos y, sin embargo, avanzaba lentamente sin poder oponer resistencia al cronómetro, quedé a la deriva, a merced del destino.

Aún no eran las nueve y cuarto pero ya se intuía la noche y la tormenta me alcanzó a unos cinco kilómetros de la cima.

Me maldije por llevar tan sólo un chubasquero y eché de menos mi camiseta térmica, y mis guantes de invierno, y mi gorro, y mi pantalón largo, todo aquello que desprecié por la mañana.

Paré, arranqué algunas hojas de aquel periódico comprado en Broto, me cubrí con ellas lo que pude y continué pensando en llegar hasta Laruns donde buscaría algún bar para, y tras un gélido descenso, entrar en calor antes de afrontar la parte final de la ruta.

Un plan muy sensanto, me dije.

Capítulo 6.  Al borde del K.O.

Pero en un minuto pueden pasar muchas cosas y aquel plan se fue al garete.

Mientras el cielo crujía con los primeros relámpagos el viento arreció, como queriendo expulsarme de la cima.

Eché pie a tierra, miré hacia delante, miré hacia atrás, finalmente bajé la cabeza, me concedí un minuto para reflexionar.

El descenso del Portalet camino de Laruns era algo infranqueable, bajarlo en aquellas condiciones, y ya anocheciendo, era una locura, demasiado peligroso.

Pero tampoco pude dar media vuelta rumbo a Biescas, hubiese implicado no poder acabar la prueba. Después de tantos esfuerzos, de tantos fines de semana dedicados en exclusiva a la bicicleta, ¿cómo podía decirle a mis amigos que abandoné?.

Tal vez el hotel del Portalet esté abierto, ábrete paso hasta la cima y encomiéndate a la suerte.


Capítulo 7. ¡Ábrete!

Acerqué mi mano lentamente al pomo, respiré hondo, giré la manivela y la puerta se abrió. Estaba salvado.

No me inmuté cuando la recepcionista me dijo que mi tarjeta no pasaba, me dio igual, eso ya no es mi problema, pensé, de aquí no me echa ni Dios.

Dejé mi DNI en prenda y sobre las diez accedí a la habitación. Hablé con Jon para explicarle que llegaría con retraso pues necesitaba esperar a que se hiciese de día para bajar el Portalet. Me dijo que sin problemas, que ya arreglaría sus asuntos y nos citamos en Argeles para las once de la mañana.

No dormí bien, estaba hambriento y me levanté varias veces para beber agua y engañar al hambre. El plátano que me quedaba, y tras haber cenado otro la noche anterior, lo guardaba como oro en paño para el desayuno.

Me incorporé a las cinco y media para prepararme a conciencia, necesitaba rebozarme con la parte del periódico que aún me quedaba, necesitaba bajar el Portalet sin pasar mucho frío.

Pero en recepción no apareció nadie y no pude salir hasta las siete y cuarto. Al menos aproveché la espera para indagar por el comedor y dar cuenta de unas chocolatinas y un yogurt que cerraron parte del agujero que tenía en el estómago.

Afortunadamente en la salida no llovía, tan sólo me mojé en los últimos kilómetros del descenso.

Portalet, por la mañana.



Capítulo 8. Col de Aubisque

Llovía, era una mañana grisácea, plomiza, un lunes pesado y oscuro.

Yo tenía que estar en Argeles intercambiando historias con Jon mientras apuraba un café y, sin embargo, todavía me quedaba el último escollo.

En este tipo de momentos es difícil no venirse abajo pero aguanté bien y coroné el Aubisque sin complicaciones.

Y tras un sosegado descenso terminé la ruta.

Aubisque



Argeles


Epílogo.

Sí, completar el recorrido me llevó mucho más tiempo de lo que nunca hubiese podido imaginar pero este capítulo, con la perspectiva que da el tiempo, quedará como el inicio de algo nuevo y, por lo tanto, la aventura puede considerarse como un auténtico éxito.

A fin de cuentas se trató de un viaje fascinante, una experiencia novedosa de la que he aprendido muchas cosas y ahora, no cabe duda, soy mejor cicloturista que antes.

5 comentarios:

  1. Enhorabuena!!!!! Increíble!!!!

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  2. Cómo me hubiera gustado sentir lo que tú habrás sentido en el último minuto de la carrera.
    No cabe duda de que tras este viaje, tu cabeza y tu corazón serán ya otros.
    ¿A quien le enseñarás lo que aprendes en cada aventura?. Siempre queda lo mejor.
    Enhorabuena.
    Mk.

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  3. Estuve mirando las previsiones meteorológicas para la zona y la segunda tarde no pintaba nada bien. Me imagino la situación con el cansancio acumulado. Si algo me gusta de estas historias es lo que hay que improvisar para solucionar los problemas que van surgiendo, la búsqueda de alimento, la necesidad de refugio, ... Enhorabuena por haber luchado como un titán contra los elementos y por haber conseguido tu meta. Seguro que te llevas un montón de cosas aprendidas para futuras historias. ;-)

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  4. Gracias. Sí, lo mejor siempre es lo que se aprende y las ilusiones renovadas que traen las nuevas experiencias.
    Un saludo y ahora a preparar el 1.000 de Zaragoza....

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  5. Eres un crack, un placer leer estas crónicas tan completas, menudas aventuras amigo, un abrazo :)
    Peritoribio

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