Cuelgo las fotos de la ruta que hice el 29 de diciembre. Fueron 160 kilómetros con dos puertos de escasa entidad, San Esteban y Sierra Luna, aunque, el primero, tenía ya la vitola de infranqueable.
Y es que recuerdo un domingo de cierzo del mes de marzo, año 2.001, cuando aún vivía en Zaragoza y formaba parte de la Peña Ciclista Los Conejos, en el que estaba previsto el paso por el Puerto de San Esteban, por la vertiente que nace en Villanueva de Gállego.
Aquel día cometí la bravuconada de salir de corto, ¡ya estamos en marzo!, me dije mientras apuraba el café y tocaba el cristal de la ventana para calibrar el frío.
Prudentemente el puerto fue eliminado del itinerario pero, aún así, el cierzo me sacó a la pizarra para darme una lección y dejarme en evidencia: ese día acabé retorciéndome y no fui capaz de aguantar el ritmo del pelotón, estaba helado, muerto, aunque para los malos momentos están los buenos compañeros, todo hay que decirlo.
Desde entonces siempre tenía en mente este modesto paso de montaña y varias veces lo incluí en el programa del día y, otras tantas, tuve que eliminarlo ante la furia del cierzo, y no había manera.
Al final, tras 12 años y seis intentos, el viento dio una tregua.
La niebla embellece el embalse de La Sotonera
Terreno llano hasta comenzar el Puerto de San Esteban
La carretera en obras y niebla cerrada al inicio del puerto “maldito”
Cuando ganamos altura las vistas resultan espectaculares, me gustó mucho este humilde collado.
Vistas desde el puerto de Sierra Luna.
Sólo alguna rampa rompe la monotonía en la parte final de la ruta.
Samuel Porcel Dieste
Monotonía y riqueza se entremezclan en estos paisajes, y es que para descubrir los detalles basta fijarse en ellos. Feliz año.
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