lunes, 25 de junio de 2018

Crónica de 3 días y 22 horas por Aragón.





Las fotografías las realicé entre el lunes 18 y el viernes 22 de Junio, en el siguiente recorrido:

Larués, Berdún, Echo, Aísa, Jaca, Pto Oroel, Rasal, Boltaña, Campo, Espés, Barbastro, Sariñena, Fraga, Caspe, Maella, Valderrobres, Alcorisa, Villarluengo, Fortanete, Mora de Rubielos, Camarena, Teruel, Bezas, Albarracín, Cella, Bueña, Utrillas, Cortes, Fonfría, Calamocha, Cariñena, Codos, Calatayud, Illueca, Beratón, Ágreda, Tarazona, El Buste, Borja, Mallén, Tauste, Ejea, Navardún, Larués.

Fueron 1.600 Km, y unos 12.000 metros de desnivel en un tiempo total de 94 horas y 30 minutos.

Paré a dormir dos veces, por lo que podría hablar de tres etapas: Larués - Mora de Rubielos (Km 840), Mora de Rubielos - Cariñena (Km 1220) y Cariñena - Larués (Km 1600).

Preámbulo. Pueblos de Aragón.

(…) pero en este mundo si uno no quiere morirse de hambre o se hace fraile o se hace bandido. Tú has elegido tu camino y yo he elegido el mío, y el mío es más duro. Tú hablas de padre y de madre pero cuando te fuiste para hacerte fraile yo me quedé. Tenía diez o doce años, había que trabajar duro y yo lo hice, aún sabiendo que era inútil. Y sabes lo que te digo hermano, tú te has hecho fraile porque eres demasiado cobarde para hacer lo que yo hago. (de la película El bueno, el feo y el malo).  

Quise dar otra vuelta de tuerca, para mis vacaciones, y decidí mandar a tomar viento cualquier interesante, y sosegado, destino turístico.

Me propuse hacer 1.600 kilómetros bajando de los cuatro días porque me pareció un reto difícil pero posible, en el que debía dar mi mejor versión y, tras el cual, quedaría un nuevo conocimiento.

Tenía que hacer esto. Y tenía que hacerlo en casa.

Un formidable mano a mano en Aragón, una batalla campal contra Aragón, ese terreno áspero y cortante, esa cáscara vacía donde proliferan las lápidas desatendidas y las carreteras reventadas, donde el cierzo, la aridez sofocante y las montaña dejaron poco alimento y un reguero de emigrantes de los que ya nunca más se supo.

Yo quería culminar este reto para ser tan duro como Aragón, que es mi hogar.

Aventura dedicada a los que se quedaron.


Capítulo uno. Retrospectiva.

Algunos Sheriffs de entonces ni siquiera llevaban armas (...), me gusta hablar de los veteranos (...) uno no puede evitar compararse con los veteranos y preguntarse cómo se las arreglaban entonces. (de la película No es país para viejos).

Me gustan estas aventuras porque me recuerdan a aquellos días de antes más, cuando, sin edad para tomar café, salíamos a la aventura con cien pesetas, un par de bocadillos y media tableta de chocolate Dolca.

En esa época nadie se escandalizaba por ver a unos niños de diez años dando tumbos por la carretera, a cincuenta kilómetros de su casa y sin la compañía de ningún adulto.

Fidel, Juanma, mi hermano y yo teníamos más curiosidad que conocimiento y, salvo el primero, que era incombustible, reventábamos dos o tres veces por excursión.

Pero nunca se nos pasaba por la cabeza llamar a casa para que nos viniesen a buscar. Eso era algo inconcebible.

Siempre llegábamos porque éramos orgullosos y teníamos aguante.

En días grandes como este me acuerdo de esas excursiones y me gustaría que estuviese mi abuela Magdalena para ver la cara que pondría ante las rutas que hago ahora.

¿Qué pensaría mi abuela?, me pregunto antes de empezar.


Salgo unos minutos antes de dar las seis de la mañana.


La mañana transcurre plácidamente por el Pirineo y el Prepirineo. Aquí una foto de la Foz de Biniés.




Puerto de Echo.



Bajando a Aísa.


Puerto de Oroel.



Rasal.


Collado de Barza. El calor empieza a apretar.



Tozal de Guara y Cuello de Bail




Puerto del Serrablo.


Puerto de Foradada.


Espés, tras coronar el Puerto de Fadas.



Capítulo dos. Sol y sombra.

Bueno, eso es el desierto, un horno de 150 millas de largo, ni la guerra se atreve a pasarlo. Por allí huyen  los confederados, por allí llegan los nordistas, pero nadie pone el pie en esta arena (…) bonito paseo, ¿no te parece?, ¿cómo me dijiste aquella vez?, ah sí, si administras el resuello un tipo como tú puede llegar (…). (de la película El bueno, el feo y el malo).

A partir de Barbastro (Km 410) el camino se convierte en una monótona y pesada sucesión de rectas. Sin nada con lo que entretenerme y con más de mil doscientos kilómetros por delante tengo que tirar de paciencia y templanza para no venirme abajo.

Pese a hacerlo de noche, a salvo del calor, el desierto ha sabido cobrarse su peaje.

Pasado Caspe (Km 570) el Sol ya luce en todo su esplendor y el calor resulta asfixiante.

El aire está recalentado, arde el asfalto, y los rayos solares, que perforan mi casco hasta adentrarse en el interior de mi cabeza, parecen emitir una especie de zumbido seco y desagradable.

Hay momentos en los que siento que no puedo más pero no tengo opción y debo avanzar.

Los bares, las gasolineras, con sus refrescos, con sus helados, constituyen un verdadero oasis y las paradas se van sucediendo mientras el reloj avanza y empiezo a acumular retraso.

Sijena.



Embalse de Mequinenza.




Valderrobles. Me acuerdo del bueno de Gorgonio, que yo creo que debe ser el mayor seguidor del blog, quien en su día comentó una foto que hice de este pueblo. Sirva esta foto como agradecimiento a sus comentarios y a su interés.


Muchísimo calor por el Bajo Aragón.



Alcorisa.



El Sol, en el puerto de Cuarto Pelado, me deja destrozado.



Puerto de Fortanete.


Capítulo tres. Carne de cañón.

Un sábado acabarás vomitando sangre en un callejón, abrirás los ojos y me verás a mí y ya veremos lo que pasa (de la película, El Sargento de Hierro).

Corono el alto de Fortanete y pienso que ya solo me queda bajar apurando los últimos minutos de luz.

Pero la noche me envuelve y la carretera no se decide a descender.

Tras más de cuarenta horas sin dormir y ochocientos kilómetros a las espaldas jadeo como un viejo caballo de carreras que ha reventado en mitad de una prueba.

Siento una soledad difícil de explicar pero no me hundo.

Tengo los músculos devorados pero me queda el cuajo y el oficio y sé que voy a llegar, estoy seguro, y conservo una fe ciega en mí mismo.

Venga, pedalea, tienes que seguir pedaleando, me digo en un martilleo continuo, un poco más, vamos, un último esfuerzo.

Varios kilómetros después llego a la estación de esquí de Valdelinares y comienzo a bajar lentamente porque no voy bien y no puedo asumir riesgos.

Finalmente llego al hotel pasadas las doce de la noche.


Camino de la estación de Valdelinares.



Capítulo cuatro. Días de verano.

Nos sentamos a beber con el Sol a la espalda y nos sentimos como hombres libres (…) era como si fuésemos los señores de la creación (de la película Cadena Perpetua).

Es una mañana plácida y agradable y voy parando, y comiendo, aquí y allá, y hasta me remojo los pies en el Guadalaviar a su paso por la bella localidad de Albarracín (KM 930).

Después vino la tarde con su calor y tal pero, con tranquilidad, sigo pasando la jornada.

El tramo nocturno se me hace muy pesado y un inoportuno pinchazo me retrasa media hora y no llego al hotel hasta las dos y media de la mañana.


Subiendo a Camarena. He salido a las seis de la mañana y hace una temperatura muy agradable.




Alto de Donarque y Albarracín.



Pasado Cella comienza un tramo recto y plano.


Bucólicos parajes entre Bueña y Perales de Alfambra.




Escucha desde el Puerto de San Just (Km 1085)


Puerto de Segura de Baños.




Se me hace de noche en el Puerto de la Fonfría.


Los modestos repechos de Retascón y Paniza, que me conozco de memoria, se me hacen eternos.


Capítulo cinco. En tiempo y en casa.

-          Steiner: Aristócratas prusianos valiente montón de mierda ¿se marcha sin su Cruz de Hierro Capitán?, es sólo cuestión de tiempo.
-          Stransky: ¿Y el resto de su pelotón?, ¡He dicho y el resto de su pelotón sargento Steiner!
-          Steiner: Usted, Capitán Stransky, usted es el resto de mi pelotón.
-          Stransky: Muy bien, acepto, te enseñaré como lucha un oficial prusiano.
-          Steiner: Y yo le enseñaré donde crecen las Cruces de Hierro.
(de la película La Cruz de Hierro)


El calor sigue apretando y estoy harto de pedalear, estoy muy cansado, me arden los pies, me escuecen las manos, cada bache es un suplicio, tengo los labios cortados y las llagas en la lengua me obligan a mezclar cada bocado con agua para reblandecerlo y poder pasarlo.

Pero ya queda poco y, a paso de tortuga, prosigo la marcha.

En algún momento del reto soñé con llegar de día a mi casa pero eso fue hace mucho tiempo y, cuando moría la tarde camino de Ejea (Km 1500), estaba mentalizado para el último tramo nocturno.

La larga recta de diecisiete kilómetros entre Ejea y Sádaba, allí donde me desintegré cuatro años atrás en la brevet 1000 de Zaragoza, me da pánico pero la paso bien.

En Sos (Km 1550) soy esa ficha de parchís que entra en las casillas coloreadas.

El vaivén del foco resulta agotador y subiendo Cuatro Caminos no lo aguanto más. No lo soporto y no me queda más remedio que apagarlo en la subida y avanzar con la luz de la luna creciente.

La cabeza se me va un poco por el cansancio y el descenso hacia Undués Pintano, a treinta kilómetros de la meta, se me hace eterno.

Cuando cada kilómetro parecen veinte es imposible no dudar en que esto vaya a tener final. A veces pierdo la esperanza, siento que el mundo se ha parado y a mí me ha pillado aquí, creo que voy a estar toda la vida pedaleando.

Pero estoy en mi carretera y en tiempo de bajar de las 96 horas.

Pasado Bagüés el traqueteo de la bici sobre el asfalto roto emite un sonido peculiar e inolvidable, capaz de silenciar la sensación de hambre que de un tiempo a esta parte tengo por compañera.

Calma, respira, despacio, has tenido mucha paciencia, no la vayas a pifiar ahora, me digo varias veces, y lo que un día normal me cuesta veinte minutos me lleva más de cuarenta.

Pero llego y caso resuelto.


Y ahora ya con ganas de hacer la Madrid Gijón Madrid. Creo que me lo pasaré bien.


 Salgo poco antes de las siete de la mañana y me subo el Alto de Codos a modo de desayuno.



Bonitos parajes entre Calatayud y Huérmeda, una de las carreteras más bonitas de la provincia.





Pasado Illueca la carretera se empina. Vistas sobre Tierga.


Alto de Beratón. Hace muchísimo calor y paso algún aprieto.



En el Buste, cerca de Tarazona (KM 1410) el calor resulta insoportable.



El Ebro.


Entre Tauste y Ejea las rectas se me atragantan. Paro en Ejea a cenar y paso un rato muy agradable con dos aficionados al ciclismo que conocen mi blog, hecho que me hace ilusión. Además uno de ellos, que debutará en las brevets en octubre, me invita a la cena. La verdad que la atención de estos dos compañeros me dio una buena inyección de moral y salí especialmente motivado.



Puerto de Cuatro Caminos.Ya van veintiséis años sobre sus rampas.


Puerto de Bagüés.


La última cuesta, a unos metros de mi casa.

domingo, 3 de junio de 2018

Crónica de la Brevet 600 Km de Zaragoza. 2-06-2018.


Las fotografías las realicé entre ayer y hoy en la Brevet de 600 Km organizada por el Club Ciclista Aragonés, en una ruta interesante y, en ausencia de cierzo, como fue el caso, rápida.

El recorrido fue el siguiente: Zaragoza- Sástago- Escatrón- Caspe- Bujaraloz- Sariñena- Huesca- Ayerbe- Ejea- Tudela- Cervera del Río Alhama- Matalebreras- Almenar de Soria- Calatayud- Miedes- Langa del Castillo- Mainar- Cariñena- Zaragoza.

Bueno, pues no tenía pensado hacer esta prueba porque llevaba un mes de mayo bastante entretenido (tres rutas de 400 Km) y me apetecía descansar.

Pero el viernes me decanté por hacerla porque así ya tengo hechas todas las brevets para poder participar en Agosto en la Madrid Gijón Madrid, de 1.200 Km. Y mejor no dejar las tareas para el final.

Por lo demás decir que fui como un tiro hasta el km 409 y que pensaba que podría acabarla en unas 25 horas pero, entonces, empezaron a llegar tormentas y decidí cogerme una habitación y pasar a salvo la mitad de la noche.

Al final pude acabarla en un tiempo total de 29 Horas 40 Minutos.

Nos damos cita unos veinte participantes que rodamos juntos hasta el primer control. Aquí una foto pasando El Burgo de Ebro.




Después, hasta Huesca (Km 220, más o menos) rodé con otros tres ciclistas manteniendo un ritmo muy alto.

En la ciudad de Huesca no sé cómo los perdí y comencé a rodar solo. Seguí manteniendo un ritmo alto evitando al máximo alargar las paradas. Aquí una foto cerca de Valpalamas (Zaragoza).

Entre Ejea y Tudela hay que atravesar el desierto de las Bárdenas.

Había entrado en una dinámica negativa: media hora perdida en Tudela por no encontrar la carretera y un parada para cambiar la cubierta delantera tras un reventón, así que cuando vi este cartel me puse a temblar. No obstante pregunté en un pueblo si el asunto iba en serio y la contundencia de una señora mayor: se puede pasar sin problemas, fue su respuesta, me tranquilizó.

Y me encontré una carretera que más bien parecía una alfombra.


Conforme iba llegando a Matalebreras (Km 409) vi varias tormentas en el sur, lugar por donde debía pasar. Por ello entré en el bar-hostal para echar un bocadillo y dejar pasar algo de tiempo para ver cómo evolucionaba el tiempo. A la media hora empezó a tronar y a diluviar así que pregunté y ya me dijeron que habría tormenta toda la noche. No tuve otra que coger una habitación y echar una cabezada hasta que pasase el temporal. Una pena porque iba para hacer mi mejor tiempo y al final hice el peor. Pero bueno, no pasa nada.

A las cuatro ya estoy en ruta.

Avanzo sin parar y disfrutando esta plácida mañana. Aquí cerca de Mainar.

Con lo que ha llovido este año hasta el Far-West zaragozano está verde. ¡Qué año más bonito!

Bueno, el próximo fin de semana a descansar que en un par de semanas tengo vacaciones y quiero hacer algo "gordo".

Un saludo.