martes, 29 de octubre de 2024

Luces y sombras de un viaje otoñal de 1.376 Km y 8 días. Sigüenza- Torre- Sigüenza

 

Mientras conducía al punto de partida sonó en la radio "El último Vals" de Joaquín Sabina. 

La canción, que no la había escuchado, me resultó triste y deprimente así que, y por si acaso, este último vals se lo dedicó a Sabina.

Nota: Los títulos de los capítulos son canciones de Sabina y el texto entrecomillado un extracto de esa canción.

Preámbulo. La canción más hermosa del mundo.

"Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera, una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera. No sabía que la primavera duraba un segundo, yo quería escribir la canción más hermosa del mundo"

Quise dedicar mis últimas vacaciones del año a hacer un viaje cicloturista por España y Portugal. Se trataba de redescubrir algunos lugares bajo la luz otoñal y conocer otros nuevos, y emblemáticos, de la geografía ibérica. 

Era un proyecto, dadas las fechas, arriesgado pero podía salir bien y quedar un viaje espectacular. 

Al final, y por algunos problemas de salud, quedó más breve de lo deseado pero, sobre todo, muy diferente a lo planeado.

Capítulo 1. Noches de boda.

"Que el corazón no se pase de moda, que los otoños te doren la piel, que cada noche sea noche de bodas, que no se ponga la luna de miel".

Etapa 1. Sigüenza, Riaza, Segovia, Ávila. 237 Km y 2.800 metros de desnivel.

Bonita primera jornada pasando por lugares que ya conocía de viajes y retos pretéritos. Sólo con un pequeño puerto (Somolinos, 1.420 metros de altitud) pero con infinidad de repechos.

Comienzo a primera hora con una temperatura muy agradable (sobre los 10 º C).


Hasta Riaza (Segovia) la ruta resulta muy interesante y entre cuestas se deja hacer muy bien.





Después, y hasta el Acueducto de Segovia, el terreno se vuelve algo más monótono. 




Finalizo en Ávila y doy una vuelta por la ciudad.




Etapa 2. Ávila, Burgohondo, Parador de Gredos, La Covatilla, Béjar. 205 Km y 4.000 metros de desnivel.

Etapa salpicada de puertos (por Ávila y Salamanca) con la guinda de la ascensión a La Covatilla, que no la conocía y le tenía ganas.

Primer puerto del día, el suave (aunque largo) Navalmoral.


Pasado Burgohondo seguimos afrontado puertos. 


El primero: Serranillos (1.575 metros de altitud). Se hace muy llevadero (no tiene rampas de entidad) y resulta entretenido. Me gustó.








Después sigo con el El Pico (1.352 metros de altitud) que me sorprendió muy gratamente.



Coronado el puerto, y hasta El Barco de Ávila, la carretera va subiendo y bajando por un entorno interesante. 





Y al poco de cruzar el Barco de Ávila comienza la ascensión a La Covatilla (1.960 metros de altitud y más de 1.000 metros de desnivel). Puerto "Vuelta a España" que tenía muchas ganas de conocer y que alberga rampas demoledoras. 










Etapa 3. Béjar, Vegas de Coria, Las Mestas, La Alberca, San Martín de Trevejo. 230 Km y 4.100 metros de desnivel.

La mejor etapa del viaje con diferencia. Pasé, entre otros lugares, por las Hurdes y me parecieron sublimes, uno de los parajes más imponentes de la geografía española que definiría como la hija mestiza de los ancares y la sierra filabres. 

Arranco todavía de noche porque, a estas alturas del año, al Sol le cuesta desperezarse. 



El primer puerto fue el Collado de la Yegua, ya en Extremadura. Gran puerto de paso con 16 Km y unos 650 metros de desnivel.










Después afronté El Portillo, alto de características muy similares e, igualmente, espectacular.











Sigo con la subida al puerto del Lobo (nos deja en el desvío a la parte final de la subida a la Peña Francia, ya en Salamanca).










Enseguida vuelvo a tierras extremeñas, que es donde finalizo la etapa.




Capítulo 2. Pastillas para no soñar.

"Si lo que quieres es vivir cien años no pruebes los licores del placer, si eres alérgico a los desengaños olvídate de esa mujer, ponte una máscara anti gas, mantente dentro de la Ley (...) y ponte gomina que no te despeine el vientecillo de la libertad, funda un hogar en el que nunca reine más Rey que la seguridad, evita el humo de los clubs, reduce la velocidad, si lo que quieres es vivir cien años vacúnate contra el azar".

Etapa 4. San Martín de Trevejo, Covilha, Torre, Covilha. 145 Km y 2.900 metros de desnivel.

Salgo muy pronto para ir al centro de salud porque llevo un día con molestias en un ojo. Pienso que será poca cosa, no sé,  una pestaña o algo así que no haya podido quitarme de encima. Pero el asunto es más delicado porque tengo una herida (úlcera, que asusta más en el argot médico) y salgo del doctor con un ojo vendado y un medicamento, con su oportuna receta, que comprar.

Veo que me defiendo rodando con la visión de un sólo ojo así que decido a ir a Covilha (Portugal) subir Torre y volver a la pequeña ciudad portuguesa donde ya había reservado el hotel unos días atrás. 

Y, a partir de allí, me digo, ya veremos, y nunca mejor dicho.

Salgo muy pronto para pillar el centro de Salud de Valverde del Fresno en el poco concurrido horario nocturno



Tras hacer unos primeros kilómetros de noche y con un ojo tapado descanso un rato la vista en Penamacor, ya en Portugal.


En Covilha, en el primer asalto antes de desistir en conseguir el medicamento doy muchas vueltas. En dos farmacias está agotado y, en la que lo tienen, no me lo venden porque la receta no es de un médico portugués. Me mandan al centro de salud pero allí tras consultar varias ventanillas me dicen que me tengo que inscribir en el registro sanitario portugués. Para ese menester hay una cola de aúpa y, sabiendo que sería el primer paso de cien, desisto. Busco una óptica en busca de un oculista que pueda hacerme la receta pero no hay ninguno y me recomiendan que vaya a las urgencias del hospital.

Bueno, dada la situación me decanté por no perder más el tiempo y subir a Torre (1.993 de altura y unos 1.500 metros de desnivel) porque era uno de los sitios que sí o sí quería conocer. 
El puerto se me hace muy duro, con muchísimo calor al inicio (en torno a los 25ºC) y un frío espantoso en la cima (no más de 5ºC) pero lo disfruto dentro de mis mermadas posibilidades. 









Servidor en la cima



Aprovecho la bajada para hacer alguna foto más y disfrutar con calma de los parajes.









El segundo asalto en Covilha por conseguir el medicamento, espera infructuosa en urgencias más de dos horas con tarjeta sanitaria europea caducada desde hace un lustro mediante, resulta también un fiasco. 

Así que decido volver a España al día siguiente (siguiendo los principios clausewitzianos) por el mismo sitio por donde vine. 

Pobre de mí, no sabía que lo del ojo iba a ser el menor de mis problemas....

Capítulo 3. ¿Quién me ha robado el mes de abril?

"En la posada del fracaso, donde no hay consuelo ni ascensor, el desamparo y la humedad comparten colchón. Y cuando por la calle pasa la vida como un huracán el hombre del traje gris saca un sucio calendario de bolsillo y grita ¿quién me ha robado el mes de abril? ¿Cómo pudo sucederme a mí? ¿Pero quién me ha robado el mes de abril? Lo guardaba en el cajón donde guardo el corazón".

Etapa 5. Covilha, Penamacor. 50 Km y 600 metros de desnivel.

El estrés lidiando con los funcionarios portugueses, los cambios bruscos de temperatura, el esfuerzo físico o el mental al tener que ir con un ojo tapado supongo que dejarían mis defensas en precario. Y algún virus debí coger por allí que me dejó la más salvaje gastroenteritis que servidor haya padecido.

Paso una noche horrible de visitas al baño y echo tanta agua que si llego a estar en un barco lo hundo.

Vacío, trato de reservar una noche más en el mismo hotel para recuperar algo pero está completo y decido tirar en bici hasta donde mis escasísimas fuerzas me lleven, que no fue muy lejos.

Baste con decir que hice una velocidad media de 16 Km/ h en el trayecto indicado. 




Etapa 6. Penamacor, Valverde del Fresno, Ciudad Rodrigo, Las Cantinas. 130 Km y 1.000 metros de desnivel.

He conseguido recuperar algo y al entrar en España puedo conseguir el medicamento para el ojo y unos sobres de sales para el agua. Vuelvo a rodar en casa y eso me anima, la verdad. 

Me decanto por tirar rumbo Ciudad Rodrigo para allí volver al itinerario de vuelta planeado al inicio del viaje. 

Le etapa, que sólo tuvo un puerto (muy llevadero, unos 14 Km y 600 metros de desnivel), me gustó y me sirvió para seguir recuperando.







Llego a Ciudad Rodrigo razonablemente bien y decido avanzar un poco más.


Así que araño 35 Km hasta un hotel de carretera. Un sitio de esos que para un ciclista es el paraíso: buen restaurante y máxima amabilidad. 



 Capítulo 4. Calle melancolía. 

"Vivo en el número siete, calle melancolía. Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía, en la escalera me siento a silbar mi melodía". 

Etapa 7. Las Cantinas, Salamanca, Segovia, Torrecaballeros. 212 Km y 1.600 metros de desnivel.

Etapa triste, por lo desolado del paisaje y el ambiente grisáceo de un día cubierto y frío, que afronto con entereza tras haber recuperado algo de lo perdido en Portugal.

La carretera nacional avanza paralela a la autovía y apenas tiene tráfico. 


La circunvalación de Salamanca rompe la monotonía.


Rectas y monotonía, pero España no son sólo anglirus y sierra nevadas.






Abandono la nacional y las comarcales ofrecen otros detalles.




Rebaso Segovia para quitarme algunos kilómetros para el último día.


Capítulo 5. Más de cien mentiras.

"Tenemos proyectos que se marchitaron, crímenes perfectos que no cometimos, retratos de novias que nos olvidaron y un alma en oferta que nunca vendimos. Tenemos poetas, colgados, canallas, Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma, abuelos que siempre ganaban batallas, caminos que nunca llevaban a Roma. Más de cien palabras, más de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas, más de cien pupilas donde vernos vivos, más de cien mentiras que valen la pena".

Etapa 8. Torrecaballeros, Riaza, Sigüenza. 159 Km y 2.000 metros de desnivel.

Los partes del tiempo pronostican lluvia, frío y hasta nieve en Somolinos pero yerran el tiro y disfruto la última jornada. Las piernas me responden y el intestino se retuerce ya poco.










Bueno, y ahora a ver si acabo de recuperar que tengo ganas de rodar por las montañas de casa este puente de Noviembre. 



4 comentarios:

  1. Enhorabuena Samuel.. yo, siempre deseo que me pasen cosas, en el convencimiento, de que los viajes, son éso...

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    1. Sí, comparto tu razonamiento aunque, en este caso, con lo del ojo ya hubiese sido suficiente jejeje. Gracias por el comentario.

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  2. Impresionante aventura, Sam, que nunca es truncada.

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  3. Sí, fue un viaje bonito y diferente y, en cierto modo, muy bien aprovechado. Un saludo y nos vemos en el cine.

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