Al Real Zaragoza, un equipo en construcción y caracterizado
por su irregularidad, le tocó en suertes el temible Borussia de Dortmund.
El equipo alemán, uno de los favoritos de aquella edición de
la Copa de la UEFA (92-93), poco margen dejaba para la esperanza.
Era un duelo desigual pero, según recuerdo, los primeros
minutos del partido de ida, jugado en Alemania, el equipo aragonés aguantó bien
y, antes de ceder ante el empuje alemán, tuvo momentos brillantes.
Darío Franco, de un cabezazo, puso algo de emoción para el
partido de vuelta y el Zaragoza salió con vida de Dortmund (3-1).
En el partido de vuelta la ilusión duró hasta que Chapuisat
se aprovechó de un error garrafal de la defensa para poner el empate a uno en
el marcador. La remontada quedó como algo imposible aunque en el último minuto
el Zaragoza puso el 2-1 y, al menos, pudo ganar el partido.
El periplo europeo se acabó en octavos de final pero el Real
Zaragoza dio la cara ante uno de los equipos más fuertes del continente y, con
la perspectiva que da el tiempo, la eliminatoria quedó no como un final sino
como el comienzo del algo nuevo.
El recorrido de la prueba es el siguiente (en negrita los
puertos):
Argeles Gazost- Tourmalet-
Sarrat de Gaye- Harquet Ancizan- Col de Azet- Peyresourde- Bagneres Luchon-
Portillon- Vielha- Bonaigua- Peramea- Montcortés- La Creu de Perves- El Pont de Suert- Bonansa- Laguarrés- Benabarre- Graus- Panillo- Troncedo- Los Molinos- Fanlo- Cotefablo- Biescas- Portalet- Aubisque- Argeles Gazost.
El tiempo máximo para realizar el recorrido (610 Km) son 60
horas . A mí me costó, y tras parar a dormir dos veces, 54 horas. Salí el
sábado a las 5 de la mañana y llegué el lunes a las 11.
Mi amigo Jon, compañero de ruta durante los primeros 380 Km,
no sólo completó la prueba del tirón (en unas 37 horas) sino que, además, una
vez en Argeles subió el puerto de Hautacam superando así los 16.000 metros de
desnivel y rozando los 650 Km sin parar a dormir. Lo que hizo no saldrá en El
Marca pero es una auténtica proeza.
Sólo hice fotografías en la cima de los puertos y en los
lugares exigidos por la organización para acreditar la realización de la
prueba, así que estas no reflejan las bondades del recorrido.
Capítulo 1. No te
preocupes, estarás en casa a la hora de comer.
Como tarde, en el peor de los casos, le dije a Jon (sabiendo
que él acabaría antes que yo) llegaré el domingo por la noche así que el lunes
a primera hora podremos volver a casa, eso dalo por hecho.
Habíamos dejado su coche en Biescas (con comida y preparado
para poder dormir) y el mío quedó, junto con el de otro compañero que
finalmente no pudo ser de la partida y se fue el sábado por la mañana, en
Argeles.
Y los primeros puertos se hicieron según lo previsto, paz y
tranquilidad en una espléndida mañana de verano donde el aire dejaba, en la
nariz, en el paladar, el agradable aroma de la libertad.
Habíamos comenzado una magnífica aventura y todo era igual
que en mis sueños, igual que en mis planes.
Son esos momentos que hacen que todos los esfuerzos, y aún
desconociendo el final, ya hayan merecido la pena.
Salida
Tourmalet
Sarrat de Gaye. Puerto desconocido pero muy recomendable, me
gustó mucho.
Harquet Ancizan.
Azet- Val Louron.
Jon en las últimas rampas del Peyresourde
Capítulo 2. Agua.
En la parte final de la Bonaigua (Km 190, y sobre los 6.800
metros de desnivel) me di cuenta de que el primer descanso del día (en Vielha,
Km 166) no me había servido de nada.
Y algo no iba bien porque los siguientes 60 kilómetros, en
descenso, fueron como una pesadilla. Por más que bebiese no podía saciar mi
sed, ¡agua!, sólo podía pensar en eso y, a la desesperada, exprimía el botellín
en busca de un alivio que nunca llegaba.
Portillón
Peramea
Creu de Perves
Capítulo 3. Cambio de
planes.
En el Pont de Suert (Km 300 y sobre los 9.000 metros de
desnivel) donde habíamos quedado con mis padres para que nos diesen la ropa de
abrigo y llenar el estómago antes de afrontar la noche me di cuenta de que,
tarde o temprano, tendría que parar a dormir, a descansar.
Así pues me marqué el objetivo de acompañar a Jon la mayor distancia posible por tierras aragonesas.
Me hubiese gustado llegar hasta Escalona (Km 440) pero en
Graus (Km 380 y sobre los 10.500 metros de desnivel) decidí buscar un hotel.
Bonansa
Laguarrés
Capítulo 4. La gran
ilusión.
Tras dos horas y media durmiendo me levanté como nuevo.
Bajé al bar, desayuné, estaba radiante, confiado, optimista,
¡esto es vida! mascullé mientras me bebía un zumo de naranja natural.
Llamé a mis padres y les cité allí para devolverles la ropa
de abrigo, y las pilas de repuesto de las luces, y mi segunda linterna, joder,
saliendo de Graus a las diez, quedando 220 Km y conociendo cada recodo del
camino ¿cómo coño no voy a llegar de día a Argeles?.
En Escalona (Km 443) tuve que parar a comer. Sólo había
recorrido 60 kilómetros desde el desayuno pero ya estaba hambriento.
Cuando me levanté de la mesa me di cuenta de la tremenda
equivocación que había cometido. En más de cuatro horas tan sólo había
recorrido sesenta kilómetros y, entonces,
¿dónde está ahora todo lo necesario para afrontar una segunda noche?.
En Broto (Km 481) compré unas pilas de repuesto para el
foco y unos periódicos que utilizaría
como abrigo. Eso, y encogerme de hombros, fue todo lo que pude hacer para
enmendar mi error.
Troncedo
San Lorién
La Tella
Gavín.
Capítulo 5. Sin poderlo controlar.
Capítulo 5. Sin poderlo controlar.
En Biescas (Km 506, 12.600 metros de desnivel) apenas paré.
Comencé una batalla contra el reloj pero fue una pelea
desigual y no tuve opción.
Me encontraba bien, no estaba fundido, no hubo juramentos ni
ningún estoy hasta los huevos y, sin embargo, avanzaba lentamente sin poder
oponer resistencia al cronómetro, quedé a la deriva, a merced del destino.
Aún no eran las nueve y cuarto pero ya se intuía la noche y
la tormenta me alcanzó a unos cinco kilómetros de la cima.
Me maldije por llevar tan sólo un chubasquero y eché de
menos mi camiseta térmica, y mis guantes de invierno, y mi gorro, y mi pantalón
largo, todo aquello que desprecié por la mañana.
Paré, arranqué algunas hojas de aquel periódico comprado en
Broto, me cubrí con ellas lo que pude y continué pensando en llegar hasta
Laruns donde buscaría algún bar para, y tras un gélido descenso, entrar en
calor antes de afrontar la parte final de la ruta.
Un plan muy sensanto, me dije.
Capítulo 6. Al borde del K.O.
Pero en un minuto pueden pasar muchas cosas y aquel plan se
fue al garete.
Mientras el cielo crujía con los primeros relámpagos el
viento arreció, como queriendo expulsarme de la cima.
Eché pie a tierra, miré hacia delante, miré hacia atrás,
finalmente bajé la cabeza, me concedí un minuto para reflexionar.
El descenso del Portalet camino de Laruns era algo
infranqueable, bajarlo en aquellas condiciones, y ya anocheciendo, era una
locura, demasiado peligroso.
Pero tampoco pude dar media vuelta rumbo a Biescas, hubiese
implicado no poder acabar la prueba. Después de tantos esfuerzos, de tantos
fines de semana dedicados en exclusiva a la bicicleta, ¿cómo podía decirle a
mis amigos que abandoné?.
Tal vez el hotel del Portalet esté abierto, ábrete paso
hasta la cima y encomiéndate a la suerte.
Capítulo 7. ¡Ábrete!
Acerqué mi mano lentamente al pomo, respiré hondo, giré la
manivela y la puerta se abrió. Estaba salvado.
No me inmuté cuando la recepcionista me dijo que mi tarjeta
no pasaba, me dio igual, eso ya no es mi problema, pensé, de aquí no me echa ni
Dios.
Dejé mi DNI en prenda y sobre las diez accedí a la
habitación. Hablé con Jon para explicarle que llegaría con retraso pues
necesitaba esperar a que se hiciese de día para bajar el Portalet. Me dijo que
sin problemas, que ya arreglaría sus asuntos y nos citamos en Argeles para las
once de la mañana.
No dormí bien, estaba hambriento y me levanté varias veces
para beber agua y engañar al hambre. El plátano que me quedaba, y tras haber
cenado otro la noche anterior, lo guardaba como oro en paño para el desayuno.
Me incorporé a las cinco y media para prepararme a
conciencia, necesitaba rebozarme con la parte del periódico que aún me quedaba,
necesitaba bajar el Portalet sin pasar mucho frío.
Pero en recepción no apareció nadie y no pude salir hasta
las siete y cuarto. Al menos aproveché la espera para indagar por el comedor y
dar cuenta de unas chocolatinas y un yogurt que cerraron parte del agujero que
tenía en el estómago.
Afortunadamente en la salida no llovía, tan sólo me mojé en
los últimos kilómetros del descenso.
Portalet, por la mañana.
Capítulo 8. Col de
Aubisque
Llovía, era una mañana grisácea, plomiza, un lunes pesado y
oscuro.
Yo tenía que estar en Argeles intercambiando historias con
Jon mientras apuraba un café y, sin embargo, todavía me quedaba el último
escollo.
En este tipo de momentos es difícil no venirse abajo pero
aguanté bien y coroné el Aubisque sin complicaciones.
Y tras un sosegado descenso terminé la ruta.
Aubisque
Argeles
Epílogo.
Sí, completar el recorrido
me llevó mucho más tiempo de lo que nunca hubiese podido imaginar pero este
capítulo, con la perspectiva que da el tiempo, quedará como el inicio de algo
nuevo y, por lo tanto, la aventura puede considerarse como un auténtico éxito.
A fin de cuentas se trató de un viaje fascinante, una
experiencia novedosa de la que he aprendido muchas cosas y ahora, no cabe duda,
soy mejor cicloturista que antes.
Enhorabuena!!!!! Increíble!!!!
ResponderEliminarCómo me hubiera gustado sentir lo que tú habrás sentido en el último minuto de la carrera.
ResponderEliminarNo cabe duda de que tras este viaje, tu cabeza y tu corazón serán ya otros.
¿A quien le enseñarás lo que aprendes en cada aventura?. Siempre queda lo mejor.
Enhorabuena.
Mk.
Estuve mirando las previsiones meteorológicas para la zona y la segunda tarde no pintaba nada bien. Me imagino la situación con el cansancio acumulado. Si algo me gusta de estas historias es lo que hay que improvisar para solucionar los problemas que van surgiendo, la búsqueda de alimento, la necesidad de refugio, ... Enhorabuena por haber luchado como un titán contra los elementos y por haber conseguido tu meta. Seguro que te llevas un montón de cosas aprendidas para futuras historias. ;-)
ResponderEliminarGracias. Sí, lo mejor siempre es lo que se aprende y las ilusiones renovadas que traen las nuevas experiencias.
ResponderEliminarUn saludo y ahora a preparar el 1.000 de Zaragoza....
Eres un crack, un placer leer estas crónicas tan completas, menudas aventuras amigo, un abrazo :)
ResponderEliminarPeritoribio